14/4/09

El asesor

El asesor (primera entrega)


Se dio cuenta, al mirarse en el espejo que siempre comenzaba a afeitarse de la misma manera y en el mismo lado. Siempre comenzaba por el lado izquierdo, y pensó si a todos, les ocurría lo mismo. Seguramente sí, el hombre es animal de costumbres, e hizo un balance mental de las cosas que hacia de manera mecánica, sin pensar. Recordó, que siempre recorría la calle suya, en la misma dirección, y que cruzaba la acera por el mismo lugar, si no siempre casi siempre. Cuando se dio cuenta ya estaba echándose el bálsamo affter shave ese, o sea la loción de después del afeitado, se preguntó, que por que venia en ingles sí la marca era española, hecha en España, y comprada por españoles. _Deberíamos negarnos a comprar cosas extranjeras habiéndolas aquí en España. Reflexionó, le salió el lado patriótico..
La mañana estaba nublada y no sabia que hacer; si coger la cámara de fotos digital, si sacar al perro, o irse de compras. Cogió la cámara. Y desde aquel ángulo, en el que llevaba tiempo pensando, hizo las fotos a distintas alturas, a la escalinata ancha de hormigón de la plaza cercana a su casa. Recorrió las callas a discreción sin rumbo fijo, de un lado a otro, de aquí allí, pero no salía nada interesante, nada que pudiera ser susceptible de algo artístico. Aburrido, como lo debiera ser una manifestación de ostras y tan... no sabía explicarse, ¿triste? sí tal vez ésa fuera la palabra, triste, como el día, o como cuando nadie ha venido a tu fiesta. Extraña sensación de soledad que parecía gustarle en el fondo, ver si alguien le preguntaba que le pasaba, pero por otro lado se reprochaba, si no le daba vergüenza sentirse compasivo consigo mismo. ¡Otra vez estaba en la librería del Corte Ingles!, y ni siquiera fue consiente de ello, es mas, tenia entre sus manos un libro, una novela, de las que son económicas y de bolsillo. Trasteó entre las baldas, en la mesa amplia, donde antes residía el orden y ahora los volúmenes estaban por doquier. A la salida, notó como el guarda de seguridad le miraba, a él! que nunca fue capaz de robar ni un sacapuntas en el colegio, y eso que su economía (la de sus padres obviamente) era mas que precaria, y sacaba mina a sus lápices, con el cuchillo de cocina en su casa, paro no tener que verse en la situación de ver todos de la clase que no tenia sacapuntas, bueno ni cartabón, y por supuesto el compás, menos, pero ya eso lo poseía tan solo unos pocos. Al llegar a casa de nuevo, bajó el verde toldo del balcón, buscando fresco e intimidad, puso música, un cd de Bach "Concierto de Brandemburgo" uno de tantos conciertos, que según leyó alguna vez, era tan pródigo, en crear música, que conforme terminaba de escribir las partituras, se lo quitaban casi de las manos para ser orquestada. , y la recordó a ella, su pelo mojado por la ducha, como se secaba, el pelo con esa toalla roja, y de como se le veía radiante y sensual, casi bajo el marco de la puerta del cuarto de baño. Como se puso el tanga negro, sin quitarse la toalla que cubría su cuerpo, ciñéndolo al talle, tan solo se le vio escasamente, los muslos, hasta arriba y casi, solo casi, le pudo ver, algo del glúteo joven, que aún no llegaba a los treinta. Sin darse o cuenta, o tal vez sí, sintió que su pene se erectaba, sabia perfectamente, que terminaría masturbándose, no sería la primera vez, desde hacía semanas se masturbaba pensando en ella. Su mano izquierda acarició de manera leve y fugaz, su miembro, que parecía quisiera salir por encima del botón de la bragueta. Se levantó para cambiar de disco, necesitaba mas música, mas tiempo, y eligió a Rachmaninoff, sinfonía número uno. se volvió a tumbar, y rebuscó en su mente, en su memoria, aquella imagen, de su pelo mojado cayéndole por encima del hombro, levantando la rodilla para poder secarse las piernas, y esa luz lateral desde la izquierda, idónea para una fotografías mano derecha ya era dubitativa, se metió los dedos bajo el botón, y rebuscó, el glande que apretado entre la tela y su abdomen estaba preso, deseaba salir al aire, como un buceador de ostras, después de capturar algunas piezas, Desabrochó el pantalón, tiró hacia abajo con ambas manos, dejando el pantalón a medio muslo, una mano acariciaba sus testículos y la otra, refregaba el pene de abajo arriba despacio, con los ojos cerrados y envolviéndose, en aquella música. Recordó, que tenía varias fotos de ella en el PC portátil, como si de un resorte se trataba, salió del estampado y elitista diván, como disparado, lo puso sobre la mesita y lo encendió. No tardó mucho en hallar la tres fotografías de ella, desnuda y de espaldas sobre la cama, de rodillas con las piernas abiertas en el lecho, con su torso elevado y mirando atrás, al objetivo. Sus glúteos; redondeados, blanquecinos y una espalda fuerte y anchas, era lo captado por la cámara. Pulsó el modo diapositiva del Windows, y al ratito, reproducía las tres imágenes de ella, repetidas veces, como un bucle sin. Sus imágenes en la pantalla, ora tumbada mostrando casi toda su desnudez, tan solo cubierta por una un pico de la sabana en medio del pecho , y un trozo de pliego cayéndole hacia abajo, le cubría, medio muslo de una pierna, dando sombra al casi depilado triangulo. Ora tumbada boca abajo, sin sabana que le ocultara su desnuda, figura mostrando unos carnosos y duros glúteos, incitando a que él, la penetrara mentalmente en esa posición. ¡ummmm! se excitaba él imaginándose, tocar con sus dedos el ano y mojándoselo de saliva, para poseerla, estos pensamientos hizo que la mano que acariciaba su pene, acelerase sus movimientos de arriba abajo, y apretase el glande ,de vez en cuando resoplando con los ojos semicerrados. Se acercaba el momento de la eyaculación, y no quería que fuese tan rápido, deseaba que durase mas tiempo esa sensación de placer que iba “in crescendo“, pero poco podía ya retener la explosión del éxtasis, la velocidad de sus movimientos, aún fue en aumento, una pierna encima de la otra estiradas ambas rígidas, su otra mano, apretando sus huevos, sintió como descargaba el semen que a borbotones salía disparado salpicando incluso, su pecho y manchando de esperma la camisa. La mano que le daba el gusto meneando su miembro, estaba mojada del blanquecino y lechoso liquido, que corría hacia abajo. Hasta el botón de latón dorado del pantalón, se manchó, y seguía saliendo esperma a cada espasmo de placer, tiraba de la piel del pene hacia abajo dejándolo así, unos segundos para que, la cabeza roja e hinchada, de su viril pieza dejara salir todavía, un hilillo seminal, sintiendo placer mirándola a ella en las fotografías, que mostraba su pc en la pantalla una tras otra, repetidas incansablemente.
Ahora que tenía tiempo, no se le ocurría que hacer, ni siquiera de elegir una de esas cosas, que él anotaba en su lista mental, ¿para qué? _Arreglar la cinta de la persiana, no le apetecía, de todas formas, era mejor mandar colocar una nueva, pues ésta ya era vieja y desfasada. Mirar los discos de vinilos y tirar los que no merecían la pena ni para guardarlos como recuerdo, ¿de recuerdo? ¡buenoo! si empezamos así, no tiraría ninguno. ¡No!¡todos! había que tirarlos todos, sin penas ni sentimentalismos, eso lo único que hacia era estorbar, además, ¿donde se compra ya a estas alturas, una aguja para ese gira platos? si una vez te dio por buscarla en las tiendas, en muchas, y no la encontraste por ningún sitio, ¡ya está! entregaré todos esos libros que ya no me caben, o no me gustan, o son un tostón, ¿para que negarlo? eso, haré eso, los meteré en cajas y los llevaré a la Biblioteca Provincial o a la Municipal. Todos estos racionamientos, bullían en su cabeza. Fue rechazando una tras otra, las posibilidades de organizar el trabajo del día: lo de los discos no, había que buscarlos debajo de la cama del cuarto azul, que ya apenas se usaba. Además estaban embalados en cajas de cartón. ¡No! esa tampoco. la de los libros desde luego que nanai de la china, ¡vamos hombre! encima que le regalaba los libros tenía él, que ir cargado con los bultos, con lo que pesaba aquello. ¡Ya está! terminaría de repasar esa novela, creyó encontrar un motivo de entretenimiento. _Sí, eso haré, la novela que nunca se termina, y siempre que la leo y la releo, le encuentro que; o le sobran palabras o le falta algo.
Encendió su PC portátil, se sentó lo miró, esperó a que toda ese protocolo rutinario pasara de una puñetera vez, para poder comenzar a eliminar cosas, a vaciar la papelera virtual, escribir, a corregir, a volver a reescribir lo eliminado....Se quedó dormido mecido por la voz de María Callas, ella le cantaba a él el Ave María, que le sirvió de nana.

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