Acoso
Esta palabra que ahora, más que nunca suena en los medios de comunicación, le llevará a pensar en la mujer, a lo que ellas sufren en el hogar, trabajo, etc., y aunque es cierto, que de todas las oportunidades de acosar a alguien bajo el poder, en cualquiera de sus formas, ésta es las mas denigrante, pero no es a este acoso, al que me refiero.
Seguramente usted, tenga un itinerario diario para ir al trabajo, en caso de tenerlo, por que esa es otra, y en cada uno de los tropociéntos semáforos de esa línea, se encuentra usted con un señor de color, ¡no diga negro, no se le ocurra!, eso tendría un barniz racista.
Ese señor, ya le conoce a usted desde años muchos meses, o años, porque se para usted es “su semáforo” dos o cuatro veces al día, de los cinco laborales de una semana, y sabe de sobra, que no le comprará clínex, da igual se pegará a la ventana, e insistirá, mascullará algo inteligible y mañana vuelta a empezar.
Si alguna vez tiene la posibilidad de ir de terrazas a un bar, para junto a su esposa e hijos tomar unas tapas o poder cenar, se le acercaran de uno en uno ( a mi hasta siete) para venderte DVD, baratijas, artesanías, gafas, etc., Te muestran su mercancía, por encima de tu plato de comensal, sin usted saber si le esta cayendo polvo en su comida, y se quedan unos eternos segundos incordiándole, tratan de causar lastima, ante la impasibilidad de los camareros, o del propietario del negocio. Que ya se por que, (sospecho) ahí en ese bar de esquina terraza hermosa, de toldo efectista, donde trataba de cenar hay un constante trajín de estos señores vendedores que no aparecen en los registros mercantiles, por arte espontáneo, se auto convierten en clientes y… ¡Clinc! Caja, de vez en cuando.
Podría seguir escribiendo sobre el acoso que sufrimos los contribuyentes, a través del teléfono cuando no te dejan darte de baja en la compañía telefónica una vez acabas de cumplir con tu compromiso de permanencia, de cómo un Sábado por la mañana, te llaman al portero para que le abra a unos tiostocacojones, que vienen a traerte un mensaje de La Biblia. O de esas operadoras que desde otros países donde explotan a los trabajadores te quieren vender lo que sea. Pero creo que ya con esto es mas que suficiente para nos veamos identificados tanto yo como a quien se le haya ocurrido leerme, (ojala)
Esta palabra que ahora, más que nunca suena en los medios de comunicación, le llevará a pensar en la mujer, a lo que ellas sufren en el hogar, trabajo, etc., y aunque es cierto, que de todas las oportunidades de acosar a alguien bajo el poder, en cualquiera de sus formas, ésta es las mas denigrante, pero no es a este acoso, al que me refiero.
Seguramente usted, tenga un itinerario diario para ir al trabajo, en caso de tenerlo, por que esa es otra, y en cada uno de los tropociéntos semáforos de esa línea, se encuentra usted con un señor de color, ¡no diga negro, no se le ocurra!, eso tendría un barniz racista.
Ese señor, ya le conoce a usted desde años muchos meses, o años, porque se para usted es “su semáforo” dos o cuatro veces al día, de los cinco laborales de una semana, y sabe de sobra, que no le comprará clínex, da igual se pegará a la ventana, e insistirá, mascullará algo inteligible y mañana vuelta a empezar.
Si alguna vez tiene la posibilidad de ir de terrazas a un bar, para junto a su esposa e hijos tomar unas tapas o poder cenar, se le acercaran de uno en uno ( a mi hasta siete) para venderte DVD, baratijas, artesanías, gafas, etc., Te muestran su mercancía, por encima de tu plato de comensal, sin usted saber si le esta cayendo polvo en su comida, y se quedan unos eternos segundos incordiándole, tratan de causar lastima, ante la impasibilidad de los camareros, o del propietario del negocio. Que ya se por que, (sospecho) ahí en ese bar de esquina terraza hermosa, de toldo efectista, donde trataba de cenar hay un constante trajín de estos señores vendedores que no aparecen en los registros mercantiles, por arte espontáneo, se auto convierten en clientes y… ¡Clinc! Caja, de vez en cuando.
Podría seguir escribiendo sobre el acoso que sufrimos los contribuyentes, a través del teléfono cuando no te dejan darte de baja en la compañía telefónica una vez acabas de cumplir con tu compromiso de permanencia, de cómo un Sábado por la mañana, te llaman al portero para que le abra a unos tiostocacojones, que vienen a traerte un mensaje de La Biblia. O de esas operadoras que desde otros países donde explotan a los trabajadores te quieren vender lo que sea. Pero creo que ya con esto es mas que suficiente para nos veamos identificados tanto yo como a quien se le haya ocurrido leerme, (ojala)
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